viernes, 21 de enero de 2011

La Dignidad Rebelde Que Sueña Despierta

ALGO DE LO QUE PENSAMOS...

Nos referenciamos como independientes, de izquierda, autónomos. Sin dirigentes, sin dirigidos, solo compañer@s que intentan seguir el camino hacia la construcción socialista de nuestra Ciudad en donde todas las partes tengan vos y voto, en donde cada uno de sus habitantes sea un ciudadano activo e informado. Porque pensamos que al día de hoy el socialismo tiene, sin caer en frases hechas, una oportunidad histórica en cuanto a su devenir político ya que su alto grado de representatividad cívica lo coloca en una inmejorable situación para proyectar un futuro venturoso hacia la concreción de un proyecto político nacional y popular.

Somos la  particularidad que intentamos demostrar con la acción del día a día, con la práctica cotidiana de nuestra militancia, esgrimida como el sentido laborioso que forja una identidad en la dinámica, en el hecho, en la materialización de las dimensiones que van creando limites entre lo que se dice y lo que se hace. Y de este modo consideramos la actividad política, no como un mero mecanismo electoralista, no como una situación de concentración de poder por sí misma, sino entendida desde un ángulo más general, global, más holístico, en donde  la conciencia juega un papel fundamental a la hora de llevar a la práctica lo pensado; en donde esta conciencia no es solo la definición de lo particular a lo general, es también el compromiso individual de saber interrelacionar la propia subjetividad en espacios convergentes de ideas muchas veces disímiles, en donde lo cotidiano es lo político y  la acción dentro de esa cotidianidad es la militancia. Por eso no nos es posible aceptar la una sin la otra, por eso es que estamos de este lado y no del otro.

En este sentido la Agrupación José Aricó reafirma su actividad militante como herramienta basal de construcción política entendida como la dinámica inherente a dicho proceso y denostando el reformismo encubierto en la renguera de un discurso falaz que descansa sobre la escenografía del acostumbramiento; de la política trunca de la palabra sin sustento o de la movilidad per sé, sin dirección ni sentido.  

De este modo, la discusión sobre el correlato entre teoría y  práctica no deja de ser sintomático del marco político actual en donde las nuevas formas de “hacer política” o bien carecen del sentido conjuntivo de estas dos acepciones o bien carecen de alguna de ellas. Pero sin embargo, la justificación de anular el debate sobre justificaciones del sentido anacrónico que la propia discusión conlleva es oportunamente enarbolada sobre la acción conservadora que el corporativismo cultural va conformando en la materialización cipaya de un oportunismo con mascarada reformista. Entonces, mientras esta formulación conceptual intente proceder sobre la carencia concatenada o la determinación independiente de cada una de sus partes, el discurso siempre conllevara el espíritu demagogo de la forma sin contenido y la acción se disgregara sobre el interés individualista del advenedizo de turno.
Teoría y práctica son caras de una misma moneda, son congruentes a la acción política que generaliza su construcción tanto de manera cotidiana como colectiva haciendo de las diferencias del todo la dinámica que sustancia el sentido de pertenencia a la vez que va forjando la conciencia de cada una de sus partes en un sentido cíclico de reformulación constante. 
Teoría y práctica son las partes de un todo que, sin importar su ordenamiento nominal, se disgregan en especificaciones materiales, en la concreción del acto transformador, rebelde e impertinente pero no por eso carente de sentido sino todo lo contrario, ya que desde este punto de vista la concreción de las partes conforman el todo, el conjunto, la finalidad de la acción política y su relación con el poder. Y esto es así porque de este modo la conceptualizacion del poder se convierte en un proceso binario, en una dualidad que no responde a las bifurcaciones de las coyunturas establecidas sino que se demuestra en una significación semántica de un par que es único en la medida en que la política tome su apoyo en la actividad militante. De esta manera la conceptualizacion del poder posee dos acepciones: el poder como sujeto, en cuanto a la acumulación de relaciones y recursos necesarios que procedan a la concepción del poder como verbo, aquella acción destinada a transformar la realidad en respuestas necesarias hacia el conjunto social. De esta manera sujeto y verbo, teoría y práctica, discurso y acción no es más que la razón de ser de la política entendida como la capacidad de transformar la realidad ya que si la acción política es la esencia más pura de la dinámica, la actualidad, el ahora, es parte de esa dinámica y, por consiguiente, de la política.
            Entonces, no es herrado poder decir que nuestra mayor preocupación se debate en la necesidad de construir aquella fuerza transformadora que pueda lograr instalar esta concepción del poder que hemos explicado mas arriba.          Ahora, bien, la contraposición de ideas se debate sobre el ser y el deber ser, sobre la forma y el contenido de una estructura que define la particularidad del colectivo. El objeto es una construcción subjetiva que se determina sobre la materialización de la acción, entonces, la pregunta a realizar es hacia donde va dirigida esa acción; cual es la intencionalidad que se define a través de un ideario sobre el conjunto y si esa estructura se corresponde fehacientemente hacia su contenido o se convierte en un simple croquis del oportunismo.
Ya hemos explicado las ideas por las cuales esta agrupación se define como tal. Quizás nuestro simple determinismo peque de soberbio a través de esta pequeña argumentación, pero sin lugar a dudas, la verdad lisa y llana es lo que determina las posiciones a tomar y, conjuntamente, el accionar que determina dichas posturas. La militancia de base, la formación de cuadros y el entendimiento de la política en términos generalizados, es el significado más visceral a través del cual la Agrupación José Aricó se determina políticamente importunando con la palabra, la acción y el pensamiento.     

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